Viernes Santo, 14 de abril de 2017

 

EL SEPTIMO DOLOR DE MARÍA: Jesús es colocado en el sepulcro

Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de mirra y áloe. Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judía de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas. En el lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavía no se había sepultado a nadie. Como era el día judío de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

— Juan 19,38–42

María, madre y discípula:

Sabemos cómo termina la historia-en 3 días, Jesús se levantó de los muertos, trayendo la salvación para todos. Sin embargo, María no sabía, y ella perseveró de todos modos. Enterró a su hijo y luego siguió con su trabajo, consolando a sus amigos, a pesar de su tristeza.

María es un ejemplo de esperanza llena de fe, el tipo de esperanza que debemos cultivar en nuestra propia vida mientras esperamos y trabajamos por el reino de Dios.

Preguntas para guiar su reflexión:

  1. ¿Cuándo me ha sorprendido Dios, tomando lo que yo consideraba un fracaso y convirtiéndolo en un gran éxito?
  2. ¿Cómo puede el ejemplo de María ser una inspiración para mi propio trabajo, especialmente en lo que busco edificar el reino de Dios en la tierra?