Martes, 21 de marzo de 2017

 

SEXTA ESTACIÓN: Verónica limpia la cara de Jesús

“Jesús le dijo, ‘Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.’” (Lucas 8,48)

Es tentador eliminar la humanidad de esta estación, verla en términos de grandes estatuas de mármol y vitrales. Sin embargo, lo que hizo Verónica no fue ni limpio ni simple. En esta estación vemos a una mujer que, literalmente, se abre camino—con su propio cuerpo—en medio del sufrimiento y la lucha, en medio de una turba donde difícilmente puede permanecer segura. Se trata de una mujer que dejó de lado las normas y tabúes culturales y decidió actuar.

Se trata de una mujer que tocó la pobreza en su forma más cruda. ¿Y para qué? El rostro de Jesús estaba golpeado y ensangrentado; un poco de tela no iba a cambiar eso. Él estaba en su camino hacia la muerte, ¿por qué perder el tiempo y hacer el esfuerzo para tocarlo?

Nosotros, también, estamos tentados a pensar de esta manera cuando nos enfrentamos al desafío abrumador de la pobreza global y del sufrimiento humano. Pero nunca hay que subestimar el valor de simplemente estar presente para otro ser humano, uno que comparte el carácter sagrado y la dignidad de ser hecho a imagen y semejanza de Dios.

La comunidad católica de los Estados Unidos ha estado presente a través de Catholic Relief Services en países asolados por conflictos como la India, México y Etiopía. ¿Qué significa estar presente para una comunidad durante un largo plazo, continuando con nuestro compromiso de estar con los que sufren, incluso cuando la esperanza parece casi perdida? ¿Es esto lo que hizo Verónica por Jesús? ¿Es esto lo que Jesús nos pide?