Jueves Santo, 13 de marzo de 2017

 

DECIMOCUARTA ESTACIÓN: Sepultan el cuerpo de Jesús en la tumba

“¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para estar en su gloria?” (Lucas 24,26)

Nosotros sabemos cómo termina la historia. Sabemos que después de sólo tres días, la victoria de Dios resplandece; Cristo triunfa sobre el pecado, el mal y la muerte. Y, a pesar de ello, ¿cuán largos se sintieron esos tres días para los hombres y mujeres que los vivieron? Ellos no tenían los conocimientos que tenemos nosotros: Ellos no sabían que la historia terminaría en triunfo. Para ellos, la historia ya había terminado, y todo había sido en vano.

Como cristianos, sabemos que la victoria es de Dios, pero esto no siempre hace que las luchas diarias sean más fáciles para nosotros. ¿Cuántos de nosotros estamos viviendo ahora nuestros propios “tres días”—un período oscuro aparentemente sin fin a la vista? ¿Cuántos de nosotros tiramos la toalla rápidamente, para decir que nuestros esfuerzos para hacer del mundo un lugar mejor, para llevar a cabo la misericordia, la justicia y la paz son en vano y sin esperanza?

El misterio de nuestra fe dice que Cristo ha vencido; la oscuridad ha terminado. Las semillas que plantamos hoy darán fruto mañana. Nuestros esfuerzos de amar nunca se pierden. La famosa oración del obispo Kenneth Untener nos recuerda: “Somos profetas de un futuro que no es nuestro”.