Domingo, 2 de abril de 2017

 

UNA CULTURA DE ENCUENTRO

Su resurrección no es algo del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la resurrección. Es una fuerza imparable. Verdad que muchas veces parece que Dios no existiera: vemos injusticias, maldades, indiferencias y crueldades que no ceden. Pero también es cierto que en medio de la oscuridad siempre comienza a brotar algo nuevo, que tarde o temprano produce un fruto. En un campo arrasado vuelve a aparecer la vida, tozuda e invencible. Habrá muchas cosas negras, pero el bien siempre tiende a volver a brotar y a difundirse. Cada día en el mundo renace la belleza, que resucita transformada a través de las tormentas de la historia. Los valores tienden siempre a reaparecer de nuevas maneras, y de hecho el ser humano ha renacido muchas veces de lo que parecía irreversible. Ésa es la fuerza de la resurrección y cada evangelizador es un instrumento de ese dinamismo.

– Papa Francisco, Evangelii Gaudium

¿Cómo me ha preparado mi viaje de Cuaresma hasta ahora para convertirme en un instrumento que lleva a cabo “el poder de la resurrección”? ¿Cómo va a influir esta forma de pensar en mi trabajo para y con los que más lo necesitan? ¿Cómo puede la esperanza de la Pascua permear incluso la más desesperada de las situaciones?